Una vuelta al corazón
Antes o después aparecerías tú, no he querido posponerlo más porque ya no me provoca dolor tu recuerdo. Sin embargo, no puedo evitar que me apriete la garganta este miércoles extraño, mientras la luz de las doce se cuela entre las rendijas de la persiana de este salón. Parte de lo que soy te lo debo a ti, una porción de tierra baldía que se pudrió a golpe de lágrima. Tanta agua salada encharcó un pedazo de corazón que ya no florece en primavera.
Hoy te dedico mis palabras para reconciliarme de una vez conmigo mismo, y desearte que tú puedas hacerlo algun día. Porque una vez fuiste bueno para mí, y me enseñaste que un hombre podía llorar en el regazo de otro sin sentirse avergonzado. Porque me cogiste de la mano mientras me decías que me querías, aunque fuera a tu manera, esa manera tuya de querer a las personas tan intensa y a la vez tan destructiva.
Hoy quiero recordarte mientras sonreías y me guiñabas un ojo en el autobús de camino a la facultad, como diciéndome que entre toda aquella masa de gente había dos personas que tenían un vínculo. Éramos tú y yo. Y nadie se quería más, y nada importaba más que aquello que nos ataba con cadenas y que al final nos acabó ahogando.
Hoy le doy la vuelta a mi corazón como quien da la vuelta al colchón en primavera.
Gracias, Gianna.