martes, 14 de agosto de 2007

Mi madriguera


Cuento los días que quedan para final de mes y son demasiados. No voy a llegar a no ser que me quede en la cama hasta el veinticinco. Otra vez a tirar de tarjetas.

Mi casa está arruinándome y chupando cada una de mis horas extras. Cada vez que voy a Ikea a devolver algo que no me gusta acabo comprando cien cosas más. A cambio he conseguido crear mi madriguera a mi imagen y semejanza, serena y elegante a la par que moderna y funcional (mi vivo retrato, vaya). Sigo sin ver la televisión y me faltan libros (tengo seis, que vergüenza). Las tapas de mentira que se ponen en las estanterías de las tiendas de decoración no se venden, ya lo he preguntado. Y me han puesto una cara muy rara.

Hoy he cambiado siete veces de sitio las velas que compré ayer. Y sé que las acabaré volviendo a cambiar. Cuando la televisión está llena de nieve, no puedo evitar mirar alrededor, imaginarme cómo quedaría esto allí, me digo a mí mismo que ya está bien y que me quede un rato quietecito, pero me revelo y me levanto. Lo cambio. Me vuelvo a tumbar. No me gusta. Quizá en el otro lado.

Al final estas cuatro paredes acabarán conmigo. Mejor me visto y me voy.

3 comentarios:

David dijo...

Y lo bonita que te está quedando... (una vez termines de pintar). Evalúa, como te digo, los gastos extraordinarios diarios: cervezas, sandwiches, tapas, en fin, no sigo.

Anónimo dijo...

lo mejor es ir vistiendo la casa con el tiempo, poco a poco se ira llenando de trastos que ni sabes de donde han salido... cosas que compras en estado de enajenación mental en un chino, regalos que te hacen tus enemigos, cosas que se olvidan tus amantes...

Francisco García dijo...

Hola, ¿qué tal? He dado contigo a través del blog de David. Bueno, yo te diría que estuvieses tranquilo; antes o después acabará el mes, y cuando no te quede ni un céntimo, ya no habrá motivo de preocupación porque no quedará nada que gastar. Alégrate por esos progresos diarios que haces en "tu
madriguera".
Un saludo.